Para tener salud, debemos conservarla en nuestra mente como un patrón ideal y un objetivo por el que trabajar. Debemos diseñar nuestro trabajo diario y nuestros hábitos en concordancia con esa impronta de salud y de vida, actuando positivamente y siendo lo que deseamos ser. Entonces toda expresión estará en armonía con nuestro propósito de vida, con el amor del Creador y su maravillosa creación.
Los pensamientos creativos y positivos atraen partículas positivas de energía espacial y llenarán de iones de vida las pautas formativas de las células y tejidos, conforme vivimos, respiramos y pensamos, haciendo de la vida y el amor nuestra realidad y nuestra herencia. Nos convertiremos en aquello que contemplemos.
Los pensamientos negativos y los miedos atraen iones negativos, que construyen en nuestro espacio ondas de pensamiento y ondas energéticas negativas, sentimientos de abatimiento y desesperación. Todo esto ocurre porque no hemos hecho nuestro modelo positivo de la vida nuestro ideal, nuestro aliento de vida y nuestros pensamientos diarios con respecto a cualquier tema.
No podemos pensar pensamientos negativos y cosechar resultados positivos. Nosotros construimos la casa en la que vivimos. Si realmente queremos salud, tenemos que estar dispuestos a trabajar por ella, lo mismo que nos esforzamos por conseguir riqueza, educación o cualquier otra cosa que logremos en la vida. Y quienes buscan la salud, la verdad o el amor los encontrarán siempre que se dediquen a ello con celo y con propósito inalterable.
La vida es un río; es un camino, un direccionamiento de las ondas y las corrientes de energía de nuestro ser que conduce a disfrutar de más agua de vida, de más espacio y tolerancia, y pináculos de amor y comprensión cada vez más elevados, a través del placer y el dolor, a través del éxito y del fracaso, a través de pruebas y de la superación de todos los factores negativos de nuestro pensamiento, sentimiento y acción, avanzando hacia una armonía de amor y su plena expresión por medio de la comprensión y la compasión.
Randolph Stone