Somos lo que comemos y bebemos, lo que sentimos y pensamos. No sólo de pan vive el hombre, las pautas mentales gobiernan nuestra vida.
Cuando estamos enfermos y sentimos dolores, creemos que es el cuerpo el que nos duele y está enfermo, cuando en realidad son los alientos de vida o las corrientes de energía las que están desequilibradas o descoordinadas en su función. La vida es un río de energía que debe fluir para mantenerse limpio y realizar bien su función a través de todos los organismos de la expresión vital. La vida opera como una fuerza centrífuga cuando gobierna con poder supremo allí donde actúa y funciona. Por lo tanto, el principal esfuerzo de las artes curativas se dirige a hacer que la vida fluya a través de las aréas estancadas y obstruidas, y de los tejidos corporales doloridos. Este es el camino natural de dentro afuera y de arriba abajo, en el funcionamiento de la fuerza centrífuga. Todo esfuerzo debe dirigirse a reestablecer este flujo energético normal, y no meramente a suprimir los síntomas tomando medicamentos analgésicos. La cura consiste en conectar con las corrientes de vida internas y restablecer el libre flujo de sus energías. Todo lo que no sea esto no pasará de ser un mero alivio.
Es importante considerar los aspectos psicológicos de la enfermedad, cuyos principales factores son las emociones y la mente. Lo que la persona teme, cree o piensa afecta a su salud, pudiendo generar bloqueos energéticos en el campo emocional, así como en la pauta mental que gobierna la esencia energética de los campos electromagnéticos y establece los patrones de flujo de energía.
La conciencia de que la vida está constituida por corrientes energéticas y de que debe regularse hacia el flujo normal son la clave del arte natural de construir la salud: Se trata de regular la comida y la bebida, las emociones y la mente, siguiendo la pauta natural, con su ritmo y su nota clave.
Randolph Stone